Al rodear la muñeca con pulseras de cuarzos y minerales, simbolizan el ciclo de la vida, la conexión con lo sagrado y la protección. Desde tiempos ancestrales, han sido usadas como amuletos de poder, marcando estatus, creencias y vínculos espirituales.
En muchas culturas antiguas, las pulseras se consideraban canales de energía, formando un círculo continuo que representaba la eternidad y el equilibrio entre el cuerpo y el alma. Se creía que al llevarlas, su portador quedaba envuelto en la influencia de los materiales y piedras con los que estaban hechas, atrayendo fuerza, armonía y protección.
Cada gema y metal tiene su propia vibración, influyendo en la energía de quien las usa. Ya sea como símbolo de conexión, manifestación o resguardo, una pulsera es mucho más que un adorno: es un recordatorio del poder que nos rodea y del que llevamos dentro.
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